Afecciones hepáticas
La acción de la miel sobre las afecciones hepáticas viene marcada por la relación glucosa/fructosa que contiene. Estos azúcares son muy fácilmente absorbidos y posteriormente pasan con mucha rapidez al torrente sanguíneo. La glucosa se absorbe rápidamente, lo que provoca una creación casi instantánea de energía que el cuerpo necesita. La fructosa se absorbe más lentamente, manteniendo los niveles de azúcar durante un tiempo prolongado.
En la práctica clínica se está utilizando la miel en los tratamientos de enfermos del hígado. Su alto contenido en fructosa consigue curaciones más convincentes que las de la glucosa sola. Este efecto se explica porque la fructosa activa los procesos de combustión de azúcares para la producción de energía y se calcula que acelera 10 veces su velocidad de reacción. Con todo esto se consigue un aprovechamiento mayor de los otros azúcares y se necesita menos trabajo del hígado, al gastar menos glucógeno. En el metabolismo hepático, la glucosa de la miel se transforma en glucógeno hasta un 29%.
Ioirish (1985) señala que en los hospitales y clínicas de la antigua URSS se estaba utilizando la miel en casos de afecciones de hígado y de las vías biliares. Se recomienda mezclarla con ricota, papillas de cereales y manzana. Este mismo autor también destaca la influencia de la miel, el polen y la jalea real en los regímenes alimentarios de los enfermos con diversas afecciones hepáticas. Destaca que las sales minerales, ácidos orgánicos, vitaminas, hormonas, enzimas, agentes antibióticos y otros elementos de la miel ejercen una gran función en los procesos vitales que se desarrollan en el hígado y en todo el organismo. También indica que a los convalecientes a los cuales se les daba de baja del hospital, se les recomendaba tomar todos los días para desayunar 50 g de miel y una cucharadita de jalea real y por la tarde una cucharadita de miel y polen.
Chezeries (1985) también recomienda tomar miel en las insuficiencias hepáticas. Señala que así se favorece la eliminación del alcohol de la sangre y ayuda a paliar los efectos del alcoholismo y de la intoxicación etílica.
La miel y el alcohol:
La miel tiene en la mucosa del intestino delgado un mecanismo de absorción que compite con el del alcohol, lo que hace que este tóxico sea mal o poco absorbido. Asimismo la catalasa (enzima presente en la miel), acelera el metabolismo del alcohol a nivel hepatocito (célula del hígado), con lo que el organismo lo elimina mas rápido. Esto, junto con las otras propiedades dietéticas de la miel debe ser considerado en el ámbito de tratamiento del alcohólico; y no para usarlo previamente a fin de disminuir los efectos de una borrachera programada, aunque para beneplácito de quienes así obren, los efectos del alcohol serán menos notables, como también los será la ausencia de resaca.
Ref. Apiterapia Hoy en Argentina y Cuba Dr. Julio César Días
En la práctica clínica se está utilizando la miel en los tratamientos de enfermos del hígado. Su alto contenido en fructosa consigue curaciones más convincentes que las de la glucosa sola. Este efecto se explica porque la fructosa activa los procesos de combustión de azúcares para la producción de energía y se calcula que acelera 10 veces su velocidad de reacción. Con todo esto se consigue un aprovechamiento mayor de los otros azúcares y se necesita menos trabajo del hígado, al gastar menos glucógeno. En el metabolismo hepático, la glucosa de la miel se transforma en glucógeno hasta un 29%.
Ioirish (1985) señala que en los hospitales y clínicas de la antigua URSS se estaba utilizando la miel en casos de afecciones de hígado y de las vías biliares. Se recomienda mezclarla con ricota, papillas de cereales y manzana. Este mismo autor también destaca la influencia de la miel, el polen y la jalea real en los regímenes alimentarios de los enfermos con diversas afecciones hepáticas. Destaca que las sales minerales, ácidos orgánicos, vitaminas, hormonas, enzimas, agentes antibióticos y otros elementos de la miel ejercen una gran función en los procesos vitales que se desarrollan en el hígado y en todo el organismo. También indica que a los convalecientes a los cuales se les daba de baja del hospital, se les recomendaba tomar todos los días para desayunar 50 g de miel y una cucharadita de jalea real y por la tarde una cucharadita de miel y polen.
Chezeries (1985) también recomienda tomar miel en las insuficiencias hepáticas. Señala que así se favorece la eliminación del alcohol de la sangre y ayuda a paliar los efectos del alcoholismo y de la intoxicación etílica.
La miel y el alcohol:
La miel tiene en la mucosa del intestino delgado un mecanismo de absorción que compite con el del alcohol, lo que hace que este tóxico sea mal o poco absorbido. Asimismo la catalasa (enzima presente en la miel), acelera el metabolismo del alcohol a nivel hepatocito (célula del hígado), con lo que el organismo lo elimina mas rápido. Esto, junto con las otras propiedades dietéticas de la miel debe ser considerado en el ámbito de tratamiento del alcohólico; y no para usarlo previamente a fin de disminuir los efectos de una borrachera programada, aunque para beneplácito de quienes así obren, los efectos del alcohol serán menos notables, como también los será la ausencia de resaca.
Ref. Apiterapia Hoy en Argentina y Cuba Dr. Julio César Días